Tengo oído para la música?

Sin duda el tema del "oído musical" es una de las consultas más frecuentes a la hora de decidir el estudio de un instrumento. Lamentablemente sigo escuchando a muchos decir que si no se empieza a estudiar música a los ocho años más vale no intentarlo. O si no podés cantar afinado el cumpleaños feliz, mejor "dedicate a otra cosa". Obviamente, si queremos dedicarnos a una carrera como solista, a recorrer el mundo y llenarnos de apluasos reescribiendo la historia, entonces deberíamos empezar a estudiar apenas salimos del vientre materno. Pero si queremos disfrutar de la música, vibrar, emocionarnos y proyectar nuestros más profundos sentimientos, entonces sólo necesitamos dedicación y amor, como cualquier otra actividad que se hace movida por el placer. Cualquier persona (que tenga el sentido del oído, obviamente) puede decir de un sonido es "grueso" o es "finito", y eso es el principio de percepción de las alturas de los sonidos: "grave" y "agudo", respectivamente. Eso es tener oído. El resto es entrenamiento, para poder captar intervalos pequeños. Con el trabajo en el ensamble queda comprobado que para hacer música no hay edad ni condiciones específicas. Para mejor comprensión de todo esto, les dejo un link en donde podrán escuchar de manera más clara todos estos conceptos. Realmente se trata de una extraordinaria conferencia de 20 minutos, dada por el director de orquesta Benjamin Zander. Imperdible y altamente recomendable. Este es link en youtube: www.youtube.com/watch?v=71w-oasL6iQ&feature=player_embedded

El Theremín

El theremin, es uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos y fue inventado en 1919 por el físico ruso Lev Sergueievich Termen. Básicamente es una caja con dos antenas. Se ejecuta acercando y alejando la mano a cada una de las antenas, sin llegar a tocarlas. La antena izquierda es horizontal y con forma de bucle, y sirve para controlar el volumen: cuanto más cerca de la misma esté la mano izquierda, más baja el volumen, y viceversa. La antena derecha suele ser recta y en vertical, y sirve para controlar la frecuencia: cuanto más cerca esté la mano derecha de la misma, más agudo será el sonido producido. Su versión más primitiva fue llamada Aetherophone (que se podría traducir como Eterófono), y constaba sólo de la antena de tono. Dicho diseño fue mejorado por el inventor, añadiendo la antena para controlar el volumen . Actualmente, algunos de los modelos caseros y comercializados de Theremin disponen tan sólo de la antena que controla el tono, lo cual los convierte en un "Eterófono", y se usa para efectos especiales más que como un instrumento musical, al no poder acentuar ni separar las notas producidas. También se han llegado a producir theremines de forma más o menos artesanal con formas de interactuar muy distintas, como por ejemplo, teremines ópticos que miden la cantidad de luz que les llega a un sensor. También la casa Roland comercializa en algunos de sus módulos un sensor de infrarrojos llamado D-Beam, con el cual se puede controlar no sólo el tono, sino alternativamente el parámetro que se elija. Los theremines originales estaban fabricados con válvulas de vacío, que presentaban problemas de mantenimiento y estabilidad térmica, además de necesitar altos voltajes para su funcionamiento, que, aunque no son un peligro para el ejecutante, si lo son para un intento de mantenimiento por inexpertos. Actualmente existen multitud de firmas que comercializan versiones transistorizadas de teremines, que aun no teniendo la calidez del sonido valvular, son más robustos y adecuados para el transporte, de mucho menor consumo eléctrico y mucho más estables. Originalmente, el timbre de los theremines se asemejaba a algo entre un violonchelo y una voz humana: su inventor, además de físico, era violonchelista. Hoy en día existen incluso modelos que participan de la tecnología midi, lo cual les posibilita tener, virtualmente, cualquier timbre que se desee utilizando un sampler o muestreador, pero dicho efecto raramente produce sonidos creíbles, al no estar pensado el diseño originario en ese sentido. Muy usado en las películas de serie B de Hollywood de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX por su sonido electrónico para ambientar, a base de un uso efectista, películas de ciencia ficción y terror en la era anterior al sintetizador, su uso original era bien distinto: la tereminista y violinista Clara Rockmore utilizó un repertorio romántico clásico y dio al theremin credibilidad como instrumento solista en un entorno orquestal. El uso del theremin más conocido en una película clásica quizá sea en "Ultimátum a La Tierra" ("The Day the Earth Stood Still") de Robert Wise. En este film el compositor Bernard Herrmann utiliza dos theremines en la paleta orquestal. El uso de ambos servía para dar un aire futurista y para enfatizar la amenaza procedente del espacio exterior, que se manifestaba en su más amplia resonancia en el hierático personaje del gigantesco robot Gort. El compositor Miklós Rózsa también hizo uso frecuente de este primitivo sintetizador para expresar la inestabilidad emocional de sus protagonistas en filmes de cine negro en los años cuarenta del siglo XX. Así en "Recuerda" ("Spellbound") de Alfred Hitchcock, el sonido del theremin aparecía cuando los pensamientos obsesivos se adueñaban de la voluntad de "John Ballantine" (Gregory Peck). Asimismo, en "Dias Sin Huella" ("The Lost Weekend"/El fin de semana perdido) de Billy Wilder, los momentos de embriaguez del alcohólico "Don Birnam" (Ray Milland) eran subrayados por este instrumento, que adquiere toda su potencialidad sonora y dramática en la escena del delírium tremens. En la película The Song Remains the Same (La canción sigue siendo la misma) de Led Zeppelin, podremos ver a Jimmy Page improvisando efectos de sonido con un rústico Theremín de una antena conectado a efectos de delay, durante la canción "whole lotta love". Casi olvidado durante décadas, en los años noventa se benefició de un resurgimiento gracias, entre otros factores, a la producción del documental "Theremin, an Electronic Oddysey" (1995) y a la producción a mediana escala de theremines de gama media "etherwave standard", diseñados en la fábrica de Bog Moog (por entonces la empresa se llamaba "Big Briar", luego "Moog" de nuevo). Dicho modelo, aunque tiene pequeños fallos de diseño y es bastante básico, se sigue fabricando hoy día. Debido a su alto precio le ha salido multitud de imitaciones en todo el mundo, con lo que podemos considerar que ese modelo viene a ser al theremin lo que el modelo "Stratocaster" de Fender supone para las guitarras eléctricas: un emblema y el diseño de theremin más popular. Recientemente el theremin se ha retomado con éxito apabullante en películas como "El Maquinista", donde está tocado por Lydia Kavina, virtuosa del instrumento y familia lejana del propio L.S. Termen (el cual era su tío abuelo y le instruyó en su uso cuando era niña). El theremin lo han usado grupos e intérpretes famosos como son Pink Floyd, Nine Inch Nails, Radiohead, Skunk Anansie, Los Planetas, Jean Michel Jarre, Jon Spencer Blues Explosion, Fangoria, La oreja de Van Gogh, Los Delinqüentes e incluso Estopa. Otros menos conocidos pero que también hacen uso del theremin son The Gathering, Los Gandules, Spock's Beard, Lendi Vexer, Estirpe, Green Carnation, Messer Chups y últimamente Sunkfool.En el pasado las figuras más representativas asociadas al instrumento fueron Clara Rockmore, Dr. Samuel Hoffman y Lucie Bigelow Rosen entre otros. Hoy en día, un gran número de thereministas buscan seguir el legado de los grandes virtuosos del instrumento, algunos de ellos: Lydia Kavina, Barbara Buchholz, Carolina Eyck, Ernesto Mendoza, Peter Pringle, Jonny Greenwood, Robby Virus y Pamelia Kurstin.Los principios físicos que hacen resonar a un theremin permiten la fabricación de sensores ultrafinos que detectan (por ejemplo) diferencias nanométricas en el relieve de objetos. Por este motivo instrumentos basados en tales principios se utilizan actualmente para ajustar el pulido de los más grandes y complejos telescopios ópticos.

El violonchelista de Sarajevo

Vedran Smajlović, conocido como "El Violonchelista de Sarajevo", fue músico de la Orquesta Filarmónica de Sarajevo, la Orquesta Sinfónica RTV Sarajevo, el Teatro Nacional de Sarajevo y de la Opera de Sarajevo. Durante la guerra de Bosnia, el 27 de Mayo de 1992 a las cuatro de la madrugada mientras una larga cola de personas espera para conseguir pan frente a una de las últimas panaderías abiertas de la ciudad, un obús cae sobre ellas y mata a 22. Smajlović asomó a su ventana y encontró aquella escena de carne, sangre, huesos y escombros. En ese instante supo que ya había visto suficiente. Tenía 37 años. Al día siguiente había decidido que bajaría con su violonchelo y un taburete a la calle donde se había producido la masacre. Iría vestido formalmente, como en un concierto. Se sentaría justo en el cráter que había abierto el proyectil, y tocaría el Adagio de Albinoni durante 22 días, uno por cada una de las víctimas. Smajlović tocó por los hogares destrozados, los incendios, las personas asustadas que se escondían en los sótanos. Tocó por la dignidad humana, la primera víctima de la guerra. Y, por último, tocó por su vida, por la paz, y por la posibilidad de que la esperanza exista incluso en las horas más negras. A la pregunta de un periodista de si no se estaba volviendo loco haciendo lo que hacía, Smajlović contestó: «Me pregunta si estoy loco por tocar el violonchelo. ¿Por qué no pregunta si no están locos ellos por bombardear Sarajevo? Smajlović siguió tocando su música de esperanza hasta diciembre de 1993, en sepulcros y cráteres hechos por bombas. Había decidido «ofrecer todos los días una plegaria musical por la paz», afirmó. Cuando su historia empezó a filtrarse a la prensa, se convirtió en símbolo de la paz en Bosnia. Inspirado por esta acción el escritor canadiense Steve Galloway escribió el libro "El violonchelista de Sarajevo" que no fue del agrado de Smajlović. El músico inglés David Wilde, compuso un solo de violoncello, titulado sencillamente "El violoncelista de Sarajevo", en el cual vertió sus propios sentimientos de indignacion, amor y solidaridad con Vedran Smajlović. El violonchelista Yo Yo Ma tocó esta pieza en el Festival Internacional de Violonchelo de Manchester (Inglaterra) en 1994. El pianista Paul Sullivan, que estaba presente, lo describió así: «Discreta, casi imperceptiblemente, la música comenzó a sonar y a propagarse por el auditorio, creando un universo vacío, lleno de sombras, ominoso, con la presencia de la muerte acechando en sus ecos. Lentamente fue creciendo y convirtiéndose en un furor agonizante, desesperado, fulminante, que nos arrebató a todos antes de ahogarse en un último estertor; y después, desapareció en el silencio del cual había brotado. Cuando acabó, Yo Yo Ma siguió inclinado sobre su violoncello. El arco descansaba aún contra las cuerdas. Nadie de los presentes se movió; durante mucho, mucho rato no se oyó el menor ruido. Era como si acabásemos de presenciar la horrible masacre. Finalmente, aún en silencio, Yo Yo se irguió despacio en la silla, miró al público y alargó una mano hacia nosotros. Todos los ojos la siguieron mientras invitaba a subir al escenario a alguien, y una conmoción eléctrica, indescriptible, nos sacudió al caer en la cuenta de que se trataba de Vedran Smajlović, el violoncelista de Sarajevo en persona. Se levantó de su asiento y recorrió el pasillo. Yo Yo bajó del escenario y caminó por el mismo pasillo en su dirección. Al encontrarse, ambos se abrazaron apasionadamente a sólo unos centímetros de donde yo me encontraba. La tensión era indescriptible; todos los presentes saltaron del asiento y estallaron en un delirio emocional caótico: aplaudían, lloraban, gritaban, se abrazaban y vitoreaban. Era una ola de emoción ensordecedora, arrolladora. Y, en el centro de la misma, aquellos dos hombres, aún abrazados y llorando sin pudor.
La obra puede ser escuchada en youtube en el siguiente link:
 http://www.youtube.com/watch?v=U7nJxmwY3f8